“Es preciso una legislación y una fiscalía específica para el maltrato de ancianos en España”
Redacción: Dolores Hernández Díaz. Canarias, 2014.
En 1986, Adelia de Miguel Negredo emprendió su ejercicio docente en la Facultad de Psicología de la Universidad de La Laguna. La rama de la psicología clínica y, más concretamente, la disciplina de la psicogeriatría han configurado los pilares de su actividad investigadora.
Como especialista en psicología de la personalidad, De Miguel Negredo ha divulgado sus estudios en varios manuales junto a otros psicólogos de la ULL y de otras universidades españolas, así como en los 25 Congresos nacionales e internacionales en los que ha participado.
Adelia de Miguel Negredo began to work in the “Facultdad De Psicologia” The department of Pschology of the University of La Laguna. Her studies in the psychogenriatics has served as the foundation for her research.
Being a specialist in personality psychology Adelia de Miguel Negredo has published her research along with other pschologists from the University of La Laguna along with other universities as well as in 25 National and International Congresses in which she has taken part.
Texto traducido por: London School
– Para la profesora e investigadora Adelia de Miguel Negredo, ¿cuáles han sido las principales innovaciones académicas producidas en la Facultad de Psicología de la ULL?
“Son dos las innovaciones más transcendentes. Por una parte, la consolidación como Facultad en 1990, independiente de la Facultad de Filosofía y Letras donde se habían iniciado los estudios de Psicología en 1973. Y en segundo lugar, la creación de la diplomatura de Logopedia en 1992. A lo largo de los 40 años de su historia se han puesto en marcha diferentes planes de estudio en ambas carreras de acuerdo con los planes nacionales, y actualmente está en vigencia el plan nacional de Bolonia. Además, se han puesto en marcha 10 laboratorios de investigación e intervención, siendo el de mayor relevancia investigadora actualmente el laboratorio NEUROCOG, dirigido por el Dr. Manuel de Vega. Volviendo al plan de Bolonia, se han potenciado las prácticas externas para el alumnado que ya estaban instauradas en el plan de estudios anterior. Y finalmente, al igual que en el resto de las facultades de la Universidad de La Laguna y a nivel estatal, el alumnado debe realizar un trabajo de fin de grado, poniendo de manifiesto las bondades y debilidades del plan de estudios en los resultados mostrados por los alumnos en sus trabajos”.
– En los años noventa, usted emprendió sus investigaciones con su tesis doctoral “Habilidades interpersonales en ancianos y su promoción”. ¿Por qué la rama de psicología clínica, y dentro de ésta, la disciplina de la psicogeriatría se convirtieron en los pilares de su actividad investigadora?
“Mi interés en la población anciana comenzó mientras estudiaba la asignatura de Psicología Evolutiva en tercer curso de licenciatura, impartida por el Dr. Esteban Torres. Por aquel entonces, año 1983, todavía se utilizaba la palabra “anciano” para referirse al último tramo del ciclo vital, sin que se le asignara un contenido negativo. Posteriormente, en quinto curso, ya tenía el gusanillo de la investigación en el cuerpo y el Ministerio de Educación me concedió una beca de colaboración para trabajar con el Dr. Vicente Pelechano, con quien comencé la memoria de licenciatura, o tesina. El Dr. Pelechano estaba fraguando, por aquel entonces, un proyecto de investigación sobre habilidades interpersonales. Dos profesores ya se estaban encargando de trabajar este componente de la personalidad en adolescentes y adultos (los ahora Dres. Patricia Jolí y Juan M. Bethencourt, respectivamente). Conmigo se rastreaba todo el ciclo vital al encargarme yo de los ancianos. Por lo tanto, la psicología evolutiva puso la semilla y la psicología de la personalidad fue el terreno y el abono. Por otra parte, mis querencias psicológicas siempre han estado orientadas hacia el funcionamiento normal, más que al patológico. La gerontopsicología me ofrecía la oportunidad de estudiar el funcionamiento psicológico de las personas mayores de 65 años. Y conocer ese funcionamiento permitiría identificar los mitos sobre ese sector de la población, facilitando su estudio objetivo”.
– Desde 2008 firmó varios convenios con la Fundación Universidad-Empresa centrados en la intervención psicoterapéutica con cuidadores y familiares del enfermo de Alzheimer. Atendiendo a que ésta es una de las enfermedades neurodegenerativas que está causando mayores estragos entre la población, ¿cuáles son las claves de actuación propuestas?
“Los cursos se dirigían principalmente a estudiantes o egresados en paro, dentro del programa de formación PUDE, cofinanciado por los fondos FEDER. El objetivo principal que se quería conseguir era mostrar a los futuros expertos cuál es la realidad de los cuidadores familiares de un enfermo de Alzheimer. Se dedica mucha inversión económica y personal a la investigación de las causas de la degeneración cognitiva ocasionada por la degeneración neurológica de esta enfermedad. Pero se pone muy poco énfasis en analizar las consecuencias que el cuidado de estas personas enfermas supone para su cuidador principal. La degeneración cognitiva y el posterior deterioro de todo el funcionamiento psicológico del enfermo supone para el cuidador la asunción de múltiples tareas de cuidado físico, trámites legales y control médico que ha de compatibilizar con su vida personal ya establecida. Ello supone que el proyecto de vida del cuidador se trunca, y con ello, su vida personal, familiar, laboral, social, física y económica experimenta un importante deterioro. Los profesionales del área de la salud (psicología, fisioterapia, enfermería, medicina) y del área social (al menos los trabajadores sociales) deben aprender estas condiciones y saber cómo ayudar al cuidador a enfrentarse a las situaciones de cuidado sin descuidarse él/ella mismo. Cada experto con sus estrategias y técnicas específicas, pero todos ellos conscientes de la sobrecarga del cuidador. Quien cuida y se preocupa por el enfermo de Alzheimer debe también cuidarse de sí mismo, por él y por el enfermo”.
– De Miguel Negredo ha divulgado sus estudios en los 25 Congresos nacionales e internacionales en los que ha participado. Tras esta experiencia, ¿tiene la percepción de que la psicología como disciplina ha llegado a una etapa de florecimiento en las áreas en las que usted es especialista?
La psicología de la personalidad se ha preocupado por las bases biológicas y estructuras cerebrales del temperamento y la inteligencia”
“La psicología de la personalidad, que es mi especialidad, se ha preocupado por las bases biológicas y estructuras cerebrales del temperamento y la inteligencia. Hace poco más de una década se experimentó un importante auge en esta línea de trabajo auspiciado por diferentes laboratorios farmacológicos europeos y norteamericanos. El estudio del cerebro, las zonas del mismo que se activan ante determinado tipo de tareas o estímulos, las conexiones neuronales y los neurotransmisores implicados, el efecto de diferentes sustancias químicas en el funcionamiento del SNC, son algunos de los temas que copan los congresos. Pero también ocupan un relevante lugar los trabajos en genética comportamental y genética molecular, buscando la conexión de los rasgos de temperamento y las distintas inteligencias con las bases que componen el ADN. Estas líneas de investigación deben convivir con un segundo grupo de teóricos preocupados por aislar los compromisos que la personalidad (temperamento, inteligencia, motivación y creencias-valores) tiene con el funcionamiento personal, social y laboral de los individuos. Nuestro devenir diario está fuertemente determinado por la interacción constante entre nuestra personalidad, las demandas situacionales y las normas sociales. Sin embargo, la complejidad del comportamiento humano es tal que debe ser apresado en pequeños núcleos en constante cambio con la evolución propia de la cultura. En fin, que no se pueden establecer normas perennes y generales de comportamiento sino que año tras año se debe seguir trabajando, proponiendo nuevas formas de apresar esa complejidad”.
– En el área del desarrollo psicosocial, usted enfocó uno de sus trabajos a evaluar la relación entre “La estructura de personalidad y los trastornos de personalidad” en dos amplias muestras de individuos (756 estudiantes y 561 adultos). Para el análisis conjunto se planteó una serie de objetivos mediante la formulación de cuatro bloques de hipótesis. ¿Qué determinó el examen de tales conjeturas?
“En primer lugar, se trataba de un trabajo pionero en España sobre la dimenionalización de los trastornos de personalidad. Los sistemas de clasificación internacional de enfermedades (DSM y CIE) consideran que los trastornos de personalidad son un patrón de rasgos inflexibles que provoca malestar psicológico, social y personal al individuo que lo sufre y a las personas que le rodean. Se trata de una clasificación, de modo que hay que cumplir un número mínimo de criterios para poder ser diagnosticado un trastorno de la personalidad. La alternativa, a finales de los años 90, por parte de diferentes grupos de investigación internacionales, era estudiar los trastornos de personalidad, no como categorías, sino como dimensiones, un continuo, donde no siempre una puntuación alta indica una patología, sino que debe tenerse en cuenta qué dimensiones son y cómo se combinan para cada trastorno. El trabajo que usted menciona puso de manifiesto que la ansiedad es una característica común para todos los trastornos de personalidad, que la combinación de rasgos para cada trastorno es única pero los rasgos no son específicos de ningún trastorno de personalidad, que los criterios conductuales son manifestados por personas sin poder ser considerados como una patología, que jóvenes y adultos pueden presentar los mismos criterios y no ser posible en ambos casos un diagnóstico porque depende del contexto en que se producen”.
– Partiendo de la premisa de que “una de las principales características de los trastornos de personalidad es su contextualización socio-cultural”, usted plantea que ante la diversidad cultural de la España actual, fruto de la inmigración experimentada en las últimas décadas, “los psicólogos debemos estar preparados en los diferentes campos de actuación”. ¿Se han puesto en marcha programas de intervención sobre esta materia?
“No tengo noticia sobre esto. Sé que hay un gran interés en los trastornos de personalidad como patología, pero no desde la perspectiva de la dimensionalización, que he comentado más arriba. Además, abordar semejante estudio supondría actualmente romper muchos prejuicios sociales para los cuales no creo que la sociedad española esté receptiva. Los movimientos migratorios y la situación de crisis suponen tener que sacrificar estas intervenciones por lo políticamente correcto”.
– En el libro Estrés, personalidad y salud 1, tres psicólogos investigadores delimitaron un modelo teórico para integrar las diferencias individuales de estas materias en la sociedad española contemporánea y en tres contextos: trabajo, familia y enfermedad. ¿A qué se ciñó su investigación en este trabajo?
“Ese trabajo estuvo realizado por los Dres. Vicente Pelechano y Pilar Matud y yo misma, subvencionado por el Instituto Nacional de la Mujer. El planteamiento partía de la consideración de que el estrés, en nuestro caso, se puede estudiar como estímulo (sucesos vitales estresantes y fastidios cotidianos), como factores de personalidad (temperamento, inteligencia, motivación y afrontamiento) y como respuesta (enfermedad crónica, sintomatología depresiva y autoestima). A ello se añadía la necesaria consideración de otras dos variables-criterio que no se pueden manipular, que son el sexo y la edad. Es decir, se trataba de investigar con hombres y mujeres y dos etapas de la vida, adolescentes y adultos, cómo se organizan los sucesos vitales estresantes, positivos y negativos, y los fastidios cotidianos para cada grupo; cómo los factores de personalidad se relacionan con la experimentación de más o menos estrés vital y/o fastidio cotidiano; en qué medida interactúa la experimentación de estrés con la autoestima y el mayor o menor cumplimiento del proyecto de vida; cómo la historia pasada y presente de estrés afecta a la sintomatología depresiva, y finalmente, cómo se organizan todos esos factores en estructuras complejas de funcionamiento. Los resultados indicaron que hombres y mujeres no experimentan de igual manera los sucesos vitales estresantes y los fastidios, así como que adolescentes y adultos también son diferentes en estas áreas. En resumen, se necesitan modelos de funcionamiento complejos que abarquen la multiplicidad de variables y que a la vez sean lo suficientemente flexibles como para poder ser aplicados a los diferentes grupos de edad y sexo”.
– En 2007, De Miguel y Fumero realizaron un estudio acerca de las “Diferencias intergénero en personalidad en función de los roles sexuales y del sexo biológico”. Concretamente, trató sobre “la influencia de la asunción de roles sexuales en dos áreas de salud mental (trastornos de personalidad y sintomatología clínica), en una muestra de 554 estudiantes de la ULL. ¿Cuáles fueron los objetivos de este trabajo?
“Desde los años 70 del siglo XX se viene estudiando qué características psicológicas diferencian claramente a hombres y mujeres. La perspectiva desde la que se trabaje, puede entender esas características como reflejo de los roles sociales asignados a hombres y mujeres, como estereotipos muy influenciados por la cultura, como patrones de funcionamiento resultado del evolucionismo, o como la consecuencia de patrones de refuerzo y/o castigo durante la infancia. Sea como fuere, dos son los patrones claramente diferenciables, el correspondiente a los hombres y el asociado a las mujeres. Han recibido diferentes nombres en función de la orientación teórica del investigador. Así, se habla de masculinidad, dominancia o instrumentalidad. Y de feminidad, crianza o agencia. Ambas características no están relacionadas estadísticamente, de modo que se pueden combinarse dando lugar a cuatro grupos: los “masculinos” son personas que han interiorizado muy bien los rasgos asociados con la dominancia, el liderazgo, la asertividad, etc.; los “femeninos” han interiorizado bien características como la sensibilidad, el cuidado de los otros, la fidelidad, etc.; los “indiferenciados” no han interiorizado bien ni la masculinidad ni la feminidad; y los “andróginos” presentan altas puntuaciones en ambos grupos de características. A lo largo de las décadas, los movimientos feministas y la perspectiva de género han presionado mucho para que esta dicotomía desaparezca pues la consideran la consecuencia natural de prácticas educativas machistas. La Dra. Ascensión Fumero y yo propusimos entonces, y seguimos manteniendo, que los cuatro grupos están asociados a rasgos de personalidad, no modificables por la educación. De hecho, los resultados de aquel trabajo indicaban que las personas altas en feminidad se caracterizaban por ser más ansiosas y más cordiales que los demás; y las personas “andróginas” eran más extravertidas, más abiertas a la experiencia, más cordiales y más responsables en el trabajo que los demás. Es decir, que comportarse con características típicamente asociadas a hombres y a mujeres está asociado a una mayor adaptación o funcionamiento psicológico saludable. Lo contrario ocurría con las personas indiferenciadas”.
– No obstante, ustedes ultiman que: “Estos resultados no deben interpretarse como contrastación empírica de psicopatología” o que algunos de los elementos contenidos en el método utilizado del BSRI (Bem Sex-Role Inventory, 1974) no están en consonancia con este momento post-moderno, entre otros aspectos. ¿Qué fue lo concluyente de este estudio?
Muchos estudios indican que los hombres se caracterizan por una mayor hostilidad y agresividad, mientras que las mujeres por la preocupación por los demás, por el altruismo y la modestia”
“Considerar que masculinidad y feminidad están asociados con los rasgos de personalidad no significa que los cambios culturales no afecten a su delimitación conceptual y su expresión en conductas concretas. La perspectiva evolucionista, en la que me sitúo, considera que nos diferenciamos en aquellos rasgos psicológicos que a lo largo de nuestra historia humana nos han facilitado la adaptación a los problemas psicológicos a los que hombres y mujeres se han enfrentado de forma diferencial. A medida que las demandas ambientales suponen un cambio en los problemas psicológicos que les subyacen, hombres y mujeres van modificando sus rasgos. De hecho, en el trabajo que la Dra. Fumero y yo publicamos en Sociology and Antropology en 2013, se hizo un nuevo análisis de las características de masculinidad y feminidad eliminando todas aquellas en las que no había diferencias entre hombres y mujeres. Aún así, los elementos que quedaron se agruparon de nuevo en dos factores a los que denominados claramente como dominancia y crianza. Los hombres puntuaron claramente más alto que las mujeres en la dominancia, pero las diferencias, aunque las había siendo las mujeres más altas, no eran tan abismales para el factor de crianza. Y esos resultados son coherentes con muchos estudios que indican que los hombres se caracterizan por una mayor hostilidad y agresividad, mientras que las mujeres siguen caracterizándose por la preocupación por los demás, por el altruismo y la modestia. Para terminar, es importante remarcar que aquellas características en las que desaparecieron las diferencias entre hombres y mujeres se relacionaban principalmente con la defensa de las propias opiniones, deseo de tener éxito, ser autosuficiente, ser asertivo (todas ellas tradicionalmente asociadas al rol masculino) y lealtad, deseo de tener hijos, y uso de un lenguaje burdo (tradicionalmente asociadas al rol femenino)”.
– En 2005 usted llevó a cabo un ensayo sobre las “Diferencias de edad y género en el NEO-PI-R2 en dos muestras con distinto nivel académico”. De la prueba evaluada, formada por 560 adultos y 200 estudiantes de Psicología, usted resolvió: “Que es preciso revisar la validación española del NEO-PI-R, que resultan de mayor utilidad para la investigación y la actuación profesional las facetas que los factores y, por último, que apoya la adecuación de mantener la diferenciación transcultural”. ¿Nos puede descifrar estas tres conclusiones?
“TEA Ediciones publicó en 1999 la adaptación española del cuestionario NEO-PI-R, aceptado por la comunidad internacional como una adecuada medida de los rasgos básicos del temperamento. Las validaciones de un cuestionario desde un país a otro requieren que se establezcan los baremos de acuerdo con las características de quienes viven en ese país. Por ello, se necesita una muestra amplia y representativa, que abarque el ciclo vital, puesto que los rasgos básicos de temperamento no se manifiestan en la misma medida y/o relevancia en todas las culturas en diferentes momentos del ciclo vital y para hombres y mujeres. En concreto, el artículo concluía que la muestra de TEA no se correspondía con una muestra normal pues eran personas aspirantes a un puesto de trabajo en el mundo audiovisual. Cuando una persona acude a una selección de personal procura dar una impresión positiva de sí misma de acuerdo al trabajo al que se aspira, por lo que no es de extrañar que los baremos no se correspondieran con la población general. En segundo lugar, y de acuerdo con la perspectiva evolucionista, el artículo constata las diferencias entre hombres y mujeres a lo largo del ciclo vital que responden a las adaptaciones que se producen a los distintos requisitos ambientales de la vida. Más en concreto, los datos indicaban que las personas a lo largo de la vida vamos reduciendo nuestro nivel de ansiedad, de extraversión y de apertura, mientras aumentamos los niveles de cordialidad y de responsabilidad. Ambos cambios permiten adaptarnos a las exigencias ambientales. Y esto supone que los baremos que se usen para comparar el funcionamiento normal de una persona, deben tener en cuenta la edad (etapa del ciclo vital) y el sexo que tiene. Sin embargo, el trabajo tenía una importante debilidad. Se trataba de un diseño transversal, con una muestra pequeña, y lo adecuado sería realizar un estudio longitudinal con una muestra mucho más amplia”.
– Otro de los análisis conjuntos realizados por De Miguel y Fumero trató sobre “Psicopatología y Autoconcepto en Esquizotipia3 Modulada por la Sintomatología Esquizofrénica”. ¿Qué pretendían comprobar? ¿Hacia dónde deben orientarse en el futuro los trabajos sobre esquizotipia en el terreno de la psicología?
“La esquizotipia, sin necesidad de ser una patología, sí es una vulnerabilidad para el desarrollo de esquizofrenia en situación de alto estrés para la persona. Se caracteriza por dos grupos de síntomas independientes (positivos y negativos) que se deterioran cuando se desarrolla la esquizofrenia. El objetivo del estudio era analizar si aquellos síntomas están asociados a sintomatología clínica y al autoconcepto, y si algún síntoma concreto o una combinación de varios predicen mejor la presencia de sintomatología y cambios en el autoconcepto. Se analizaron las respuestas de personas sin patología psicológica y los resultados hallados indicaron que la presencia de alucinaciones y delirios junto a dificultades en las relaciones interpersonales predicen la sintomatología mientras que la ausencia de problemas en las relaciones interpersonales predecía un mayor autoconcepto en sus diversas áreas. Estos datos indican que sería adecuado analizar en qué medida los tres componentes de la esquizotipia tienen relaciones directas con los rasgos de personalidad, cuya combinación en cantidad y calidad podría ser utilizada como indicador de una mayor vulnerabilidad de desarrollar esquizofrenia. Una evaluación precoz de la presencia de estos comportamientos podría facilitar la intervención preventiva”.
– El funcionamiento psicológico de las personas que padecen una deficiencia visual4 ha sido objeto de análisis por el grupo de investigación con quien usted trabajó durante muchos años. ¿Cuáles fueron los criterios y las variables significativas de las que partió el grupo de investigadores y qué ventajas proporcionan a la población invidente?
“La investigación iba dirigida al trabajo con alumnos que conviven (o pueden convivir) con niños invidentes o amblíopes integrados en la escolaración primaria y secundaria. El primer objetivo fue aislar las actitudes de niños videntes hacia la integración de los niños invidentes. Este trabajo condujo a la delimitación de dos grandes grupos de actitudes, aquellas que aceptan de manera positiva la integración (aceptación personal del niño ciego y ayuda-apoyo al amigo/familiar ciego) y las que suponen un rechazo de dicha integración (rechazo social y escolar, segregación escolar, distancia social con el invidente y adscripción de torpeza al niño ciego). Y el segundo, desarrollar un programa de intervención para fomentar las actitudes positivas y disminuir las negativas hacia la integración a través del desarrollo de habilidades cognitivas en la resolución de problemas interpersonales. La principal ventaja es que, una vez se sepan cuáles son las actitudes hacia la integración y se conozca como potenciarla, la integración resultará mucho más eficaz y menos penosa para el invidente. De todas formas, el momento en que se realizó la investigación era 1990, en los inicios de la integración escolar de invidentes. En la actualidad, la convivencia en el aula (enseñanza obligatoria, instituto y universitaria) está muy normalizada, de modo que las intervenciones, en caso de ser necesarias, son mucho más puntuales”.
– Usted junto a un equipo de investigadoras psicólogas de la Universidad de Almería llevaron a cabo un estudio para explorar la existencia de diferencias intergeneracionales e intersexo entre dos cohortes (122 adultos y 150 jóvenes)5. Desde la doble perspectiva del cambio sociocultural experimentado en España en las últimas décadas y la evolución post-modernista occidental en que se realizó este análisis, ¿cómo explican los cambios en los valores intercohorte?
Reflejo del cambio de valores que configura la sociedad post-moderna es la crisis económica, financiera, social, moral, etc. que conforma el relativismo social y moral”
“Durante las últimas décadas se ha producido un cambio en los valores que engloban las creencias en la cultura occidental, configurando la sociedad post-moderna. Reflejo de ese cambio de valores es la crisis económica, financiera, social, moral, etc. que conforma el relativismo social y moral que en tantas ocasiones denunció el Papa Benedicto XVI. España no es ajena a esta evolución cultural y social internacional sino que la comparte y además añade la idiosincrasia de nuestras especificidades políticas, económicas y humanas. Los adultos de nuestro estudio crecieron a la par que la democracia mientras los jóvenes lo hicieron cuando en España estaba ya consolidado el sistema parlamentario. Sospechamos que ese cambio, junto al proceso madurativo intrínseco del ser humano en su desarrollo ontológico, puede explicar que los jóvenes den mayor importancia a los valores relacionados con el bienestar personal y menor importancia a los valores relacionados con la madurez psicológica, la responsabilidad y la cordialidad. Puesto que se trataba de un estudio transversal, no se puede extrapolar a toda la población, ni tampoco afirmar que solo es una respuesta al florecimiento de la postmodernidad. Es preciso evaluar a adultos y jóvenes, con el mismo instrumento, dentro de 20-30 años”.
– De Miguel Negredo es la co-autora junto a David Buss de un estudio pionero en España sobre las “Tácticas de retención de pareja en España: personalidad, diferencias sexuales y nivel de compromiso en la relación”. ¿Qué serie de hipótesis ha contrastado sobre los efectos que el género, el nivel de compromiso de la relación y la personalidad tienen en las tácticas de retención de pareja?
“Se trata de una investigación enmarcada en el paradigma evolucionista que se centra en el estudio de la selección sexual como medio que facilita la supervivencia y con ello se potencia una mayor posibilidad de tener descendencia. Los humanos, como seres vivos, responden a la necesidad de procreación para el mantenimiento de la especie humana. Para poder cumplir esta función, hombre y mujer buscan en el otro sexo aquellas características físicas y psicológicas que facilitarán tener hijos sanos, que asegurarán el cuidado y la protección de madre e hijos. Y a la vez, hombre y mujer deben competir con las personas de su mismo sexo para hacerse “elegibles” por parte del otro sexo. Y una vez se ha logrado elegir y ser elegido, la tarea que sigue es el mantenimiento y la retención de esa pareja. El estudio iba dirigido a estudiar si el sexo, el nivel de compromiso y la personalidad influyen o no en el tipo de táctica utilizada. Se contrastaron todas las hipótesis planteadas. En resumen, respecto al sexo, los datos indicaron que los hombres utilizan más que las mujeres la exhibición de recursos y la sumisión ante los deseos de su nova/esposa, mientras que las mujeres usan más que los hombres la vigilancia, la inducción de celos y la mejora de su apariencia física. En cuanto al nivel de compromiso, cuanto mayor es, más se utilizan tácticas relacionadas con el cuidado y la manifestación de cariño (por parte de hombre y mujeres) y las señales públicas de posesión (abrazos, besos, etc. delante de otras personas, principalmente mostradas por los hombres). Y finalmente, el rasgo de ansiedad aparece unido al mayor uso de tácticas de retención mientras que el rasgo de cordialidad se relaciona con el menor uso de estas tácticas”.
Envejecimiento
– Desde hace dos décadas, el grupo de investigación del que usted formaba parte en el Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos de la ULL, ha publicado varias monografías sobre “Las habilidades interpersonales en ancianos”. ¿Qué aplicación profesional tienen los conceptos y modelos básicos de los instrumentos creados por el equipo?
“Los problemas interpersonales requieren de unas habilidades cognitivas de solución diferentes a las implicadas en la resolución de problemas abstractos o impersonales. Esas habilidades tiene como objetivo el control de la conducta de los demás y la propia para conseguir que el sufrimiento de los otros y el propio disminuya o no aparezca, pero utilizando siempre medios y procedimientos que son social y éticamente permitidos. Los cinco procesos cognitivos o habilidades interpersonales son (i) la capacidad para ponerse en el lugar de la otra persona y tener en cuenta sus sentimientos para no hacerle daño con nuestra conducta; (ii) la capacidad para saber cuáles han podido se las circunstancias que han podido causar el problema interpersonal en el que nos encontramos inmersos; (iii) la capacidad para anticipar las consecuencias de los propios actos o los actos de los demás en relación al problema que afrontamos; (iv) la capacidad para generar muchas posibles soluciones y valorar la eficacia y la plausibilidad de cada una de ellas y así escoger la que más posibilidades tiene de resolver el problema; y (v) la capacidad para planificar nuestras conductas con metas pequeñas y anticipando la posible aparición de otros problemas con el fin de lograr la meta final que es resolver la situación interpersonal que nos está causando sufrimiento. Elaboramos un programa base para fomentar estas cinco habilidades que se puede modificar y adaptar a distintos grupos de personas con objetivos también distintos. Algunas de las adaptaciones realizadas son: fomentar la integración de niños invidentes, facilitar el afrontamiento de la enfermedad crónica en enfermos y sus familiares, potenciar la resolución de problemas interpersonales en ancianos sin deterioro cognitivo, apoyar el mantenimiento de esas habilidades de resolución en personas en cárceles de cumplimiento donde a través del tiempo se va deteriorando la capacidad de resolución, ayudar al trabajo de expertos en integración de grupos migratorios”.
“El gerontopsicólogo debe utilizar las técnicas y estrategias terapéuticas de la psicología adaptadas a las necesidades y características específicas de las personas mayores. El proceso de envejecimiento puede ser normal o patológico, es decir, manteniéndose el bienestar físico/personal/social que se va deteriorando o con pérdidas/enfermedad/discapacidad que impide la satisfacción psicológica/física/social del individuo. Cada gerontopsicólogo utiliza unas u otras técnicas en función del paradigma u opción teórica que subyazca a su actividad profesional. En general, tras la Asamblea Mundial del Envejecimiento, se busca, en Occidente, potenciar el envejecimiento activo, proporcionando más vida a los años de más que se viven”.
– De Miguel Negredo y Castellano Fuentes 6 analizaron, en 2010, los estereotipos viejistas en ancianos. Partiendo de la base de que “el viejismo se refiere a los estereotipos, prejuicios y conductas de discriminación contra las personas ancianas”, defienden que: “Es preciso que la intervención psicológica, cultural, social, laboral y económica ayude a eliminar las actitudes viejistas negativas y fomente las positivas”. ¿Qué medidas de intervención se deben llevar a la práctica en los distintos campos?
“El análisis de las actitudes viejistas dio lugar a dos grupos de actitudes, las positivas entendiendo que los ancianos son personas como los adultos y valorando sus cualidades, y las negativas, entendiendo que los ancianos no tienen valor a nivel laboral, que son difíciles de tratar y suponen una carga para la sociedad. La modificación de estas actitudes requiere una intervención a nivel de ingeniería social que abarque todo el ciclo vital. Se necesita que las personas aprendamos que el envejecimiento es un proceso más del desarrollo vital del ser humano, que el envejecimiento no significa la pérdida de valor como ser humano, que el envejecimiento y la vejez tienen dignidad en sí mismos y por ello, se debe aprender que para cada edad hay una serie de comportamientos adecuados, no siempre adaptativos en otros momentos del ciclo vital. Es un proceso muy complejo que requiere de muchos cambios sociales, actitudinales, económicos y políticos. Voy a poner dos ejemplos que nos pueden ayudar a analizar esta situación. El primero de ellos es lo sucedido cuando el Gobierno del PSOE con Rodríguez Zapatero como Presidente aprobó la ley de jubilación atrasándola dos años. Las reacciones sociales fueron diversas, pero hubo una muy ilustrativa: se puso en tela de juicio la idoneidad de personas de 65 y 66 años para realizar las tareas de su trabajo, cuando hasta entonces se estaba trabajando con 64 años hasta llegar a la edad de 65 y jubilarse. Es decir, con una ley, en un plazo de dos meses, los trabajadores de 64 pasaron de ser útiles a ser unos incompetentes. Y el segundo ejemplo se manifiesta en la potenciación de la juventud como mayor valor. Se afirma, por parte de personas ya cercanas a la vejez, que se sienten jóvenes. Esto es desadaptativo pues la juventud está asociada a falta de madurez, a inseguridad económica, a inestabilidad afectiva. Un anciano no se debe sentir joven, sino anciano con ilusión por vivir, con planes, con metas plausibles, etc, pero considerando que su cuerpo está envejeciendo, como debe ser por tratarse de un ser vivo”.
El gerontopsicólogo debe utilizar las técnicas y estrategias terapéuticas de la psicología adaptadas a las necesidades y características específicas de las personas mayores”
– En 2011, usted y Castellano Fuentes evaluaron la percepción de conductas viejistas mediante el cuestionario CONDUC-ENV en una muestra de personas mayores. ¿Qué reflejaron tanto los resultados de los análisis factoriales como los diferenciales? ¿Qué interés científico tiene el cuestionario CONDUC-ENV?
“Los ancianos de la muestra estudiada eran quienes evaluaban cómo percibían las conductas que adultos y niños muestran hacia ellos. El análisis factorial realizado agrupó esas conductas en dos grandes factores. El primero de ellos aglutinaba conductas discriminatorias hacia los ancianos, incluyendo una atención personal negativa, falta de apoyo general, críticas por la edad, falta de trato en igualdad, trato negativo por parte de los familiares y desconsideración social. El segundo factor se refería a conductas de marginación y actitud despectiva hacia el anciano. Hombres y mujeres no se diferenciaron en la percepción de estas conductas en otras personas. Ahora, el interés de este cuestionario es doble. Por una parte, es útil para analizar cómo los distintos grupos sociales se comportan con los ancianos y servir como base para la intervención social que potencie en cambio hacia conductas positivas con el anciano. Y por otra parte, podría incorporarse a la evaluación de posible maltrato en caso de sospecha. La persona anciana, en general, tiene miedo a decir que está siendo objeto de maltrato por parte de su familia o los cuidadores, e incluso no considera que es objeto de maltrato por considerar que las conductas de los familiares se deben al estrés, a que él/ella es un estorbo,…. Este instrumento podría usarse como posible detector de ese tipo de conductas”.
– Para erradicar esa idea preconcebida de la imagen estereotipada negativa que la población tiene de los ancianos usted ha presentado los artículos científicos: “Desarrollo potencial en ancianos” y “Adaptación positiva en el proceso de envejecimiento”. Además, Adelia de Miguel lamenta: “La poca atención que se presta a las condiciones cotidianas de los ancianos desde estamentos como la ONU o incluso los propios gobiernos”. ¿Cuál es el estado actual de la cuestión?
“La situación en Europa y Estados Unidos, que son las zonas culturales, sociales y económicas más cercanas a España, comenzó a cambiar en la dirección adecuada en 1982, tras la primera Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento celebrada en Viena. Y se dio un paso más en 2002 gracias a la Segunda Asamblea que tuvo lugar en Madrid. Uno de los más relevantes acuerdos a los que se llegó fue trabajar por potenciar el envejecimiento activo, y esta era la petición que se reflejaba en los dos artículos que usted menciona. Actualmente, la situación es bastante diferente a aquella. En el mundo occidental se actúa con más intensidad en la potenciación del envejecimiento activo desde las diferentes instituciones gubernamentales, estatales y locales. Concretamente, a nivel local son muchas las actuaciones de asociaciones para facilitar la incorporación de las personas mayores de 65 años a actividades culturales, deportivas, lúdicas y educativas. E incluso, se están incorporando como formadores en centros educativos y laborales donde transmiten sus conocimientos y experiencias a los alumnos que están en formación y a aquellos que ya están trabajando. Pero aún falta mucho por hacer. Y una tarea que se debería abordar de forma inmediata es la modificación de las actitudes hacia el propio proceso de envejecimiento, facilitando afrontar el deterioro normal en ese proceso y generando un proyecto de vida que sea continuación del que se tiene durante la vida laboral”.
– Otro de los temas de análisis es el del “maltrato de los ancianos en el ámbito familiar”. “Es necesario un adecuado estudio epidemiológico que proporcione datos coincidentes sobre los determinantes y los codeterminantes”, según sus palabras. ¿Cuáles son las principales barreras estructurales que impiden arrojar luz sobre este campo de investigación?
“El maltrato de las personas ancianas se produce en el ámbito familiar y en el institucional. La principal característica que determina que una conducta (verbal o motora) sea calificada como maltrato hacia el anciano es que sea realizada por una persona con la que el anciano mantiene una relación de confianza. Las interacciones diarias de la persona mayor con su entorno más directo (con quien tiene relaciones de confianza) se establecen con su cónyuge, sus hijos, sus nietos, otros familiares y cuidadores. Es difícil para el anciano establecer el punto en el que una conducta de su familiar/cuidador pasa a ser maltrato, y es difícil para el familiar/cuidador identificar cuándo sus reacciones ante el anciano (consecuencia de propias frustraciones, de la mala relación interpersonal anterior, del estrés cotidiana, etc.) producen maltrato. Desde luego, me estoy refiriendo ahora mismo a situaciones de maltrato que no dejan efectos claramente visibles. Por ejemplo, no permitir que el anciano tenga algún objeto personal con un alto contenido emocional porque “no encaja con la ideología de sus familiares”, o “no va con la decoración de la casa”. Pero estas y otras conductas que sí dejan señales visibles (como negligencia, falta de afecto, alimentación inadecuada, higiene excesiva o defectuosa, etc.) provocan síntomas depresivos, daños y deterioro físico que podrían ser vistos por el personal de los servicios médicos y/u otros familiares o cuidadores. Sin embargo, ese personal no tiene preparación necesaria porque no la ha recibido, no hay protocolos establecidos para actuar en caso de maltrato, no hay establecidos controles adecuados. Y finalmente, no hay una conciencia social de la situación de maltrato porque no se acepta la responsabilidad de cuidado del anciano por parte de sus hijos”.
– Finalmente, usted advierte de “la inexistencia de una legislación específica para el maltrato de ancianos en España” y propone “crear una fiscalía especial”. ¿Existe en nuestro país algún colectivo de profesionales u organismo que haya promovido esta iniciativa?
“El IMSERSO se está ocupando de este tema desde hace ya varios años. Se está preocupando de la investigación e intervención para casos de maltrato de la mujer anciana (por ser mujer, por ser discapacitada, por vivir en zonas rurales y por ser mayor), de maltrato en centros residenciales (estudiando los factores de personal, de la organización, y del propio residente) y de personas mayores en situación de dependencia. Y las consejerías de sanidad de algunas comunidades autónomas están trabajando también en el estudio descriptivo y la propuesta de intervenciones, pero que yo sepa, aún no hay ninguna propuesta de fiscalía específica. Conozco un grupo de investigación en la Universidad de Sevilla, encabezado por la Dra. Rosario Antequera, que está tratando de elaborar un instrumento de medida capaz de identificar si el anciano a quien se quiere incapacitar por parte de sus familiares, realmente presenta deterioro cognitivo, social e interpersonal”.
Fuentes:
1. Estrés, personalidad y salud: un modelo no sexista del estrés. V. Pelechano, P. Matud y A. de Miguel. Edit. Alfaplus. Valencia. 1994.
2. El Revised NEO Personality Inventory (NEO-PI-R, Costa y McCrae, 1992) es un instrumento y modelo que actualmente están de moda en gran parte del mundo occidental.
3. Revista Argentina de Clínica Psicológica Vol. XXII. 2013.
4. “Sexo y cohorte como fuentes de diferenciación en valores en la sociedad postmoderna”. Internacional Journal of Psychology and Psychology and Psychological Therapy. 2013.
5. Proyecto I+D: Aceptación, habilidades sociales y motivación en la integración de niños ciegos”, 1988.
“Las personas con deficiencias visuales”. V. Pelechano, A. de Miguel e I. Ibáñez. Edit. Siglo XXI. Madrid, 1998.
6. “Estereotipos viejistas en ancianos: actualización de la estructura factorial y propiedades psicométricas de dos cuestionarios pioneros”. International Journal of Psychology and Psychological Therapy. 2010.
Número de Asiento Registral: 00/ 2021 / 4682.
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